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Grace Groner no era una magnate de los negocios ni una persona que ganara fortunas trabajando. Era una secretaria que trabajó durante más de 40 años en Abbott Laboratories, una compañía farmacéutica. Un día en 1935, tomó una decisión aparentemente pequeña pero crucial: invirtió $180 en acciones de la empresa para la que trabajaba. Podría parecer insignificante, pero aquí empieza la magia.
Grace no era una experta en finanzas. No seguía el mercado de cerca ni hacía movimientos arriesgados. Simplemente compró esas acciones y las dejó ahí. Nunca las tocó. A lo largo de los años, esas acciones empezaron a pagar dividendos y a aumentar de valor, y Grace dejó que se reinvirtieran.
¿El resultado? Cuando Grace falleció en 2010, su inversión inicial de $180 se había transformado en 7 millones de dólares.
¿Cómo es posible? Gracias al interés compuesto. El interés compuesto es como plantar una semilla. Al principio, apenas notas su crecimiento. Pero con el tiempo, si dejas que la semilla crezca y reinviertes sus frutos, esa pequeña planta se convierte en un árbol fuerte y robusto.
Ahora Imagina Dos Inversores
Para ilustrarlo de manera aún más clara, quiero que pensemos en dos personas que deciden empezar a invertir:
Persona 1: Comienza a invertir 100 € al mes desde que tiene 18 años. Lo hace hasta los 27, es decir, durante 9 años. Luego, deja de invertir, pero no retira ese dinero, simplemente lo deja crecer hasta que cumple 65 años. Cuando llega a esa edad, tiene aproximadamente 609.503 € en su cuenta de inversiones. ¿Cuánto invirtió en total? Solo 10.800 € (100 € al mes durante 9 años).
Persona 2: Esta persona no invierte a una edad temprana, pero a los 27 años decide empezar a poner 100 € al mes. Y sigue haciéndolo religiosamente cada mes hasta que cumple 65 años. Cuando llega a esa edad, ha acumulado unos 436.852 €, a pesar de que invirtió 45.600 € (100 € al mes durante 38 años).
La Lección
Aunque la Persona 1 invirtió solo durante 9 años y luego dejó de hacerlo, el poder del interés compuesto hizo que su dinero creciera más que el de la Persona 2, que invirtió durante 38 años. La clave aquí es simple: el tiempo. Cuanto antes comiences a invertir y más tiempo dejes que el interés compuesto haga su magia, mayor será el crecimiento de tu inversión.
El interés compuesto premia a quienes empiezan pronto, porque cada pequeño «fruto» de tu inversión se convierte en una nueva semilla que a su vez genera más frutos. Es un ciclo exponencial.
Así que, si aún no has comenzado a invertir, ¡ahora es el mejor momento! El tiempo es tu mejor aliado. No importa si puedes empezar con poco, como hizo Grace Groner. Lo importante es dar el primer paso y dejar que el interés compuesto haga lo suyo.
Si tienes dudas o necesitas asesoramiento para comenzar a invertir de manera inteligente, estaré encantado de ayudarte. El tiempo es oro, y es hora de ponerlo a trabajar para ti. O para tus hijos.
Puedes agendar una cita conmigo pinchando en el enlace o contéstame a este email si prefieres.
¿Quedamos?
Gracias por tu confianza,
Eduardo del Hierro
Agente Financiero y Corredor de Seguros
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